¿Cómo se relaciona el estrés con los problemas digestivos? ¿Qué puedes hacer en tu mente para solucionar las afecciones gastrointestinales? ¿Cuáles son los consejos más efectivos para mejorar el funcionamiento de tu estómago desde ahora mismo?
No es necesario un doctorado en fisiología para saber que el estrés puede afecta al estómago. Todos lo hemos experimentado alguna vez, intencionadamente o no. ¿Recuerdas la última vez que hablaste en público? Ese hormigueo no estaba en tu cabeza.
El impacto del estrés en el estómago va más allá de la indigestión. En los últimos años, médicos de todo el mundo han encontrado una compleja conexión entre el cerebro y el sistema digestivo. Todo el sistema es extremadamente sensible a nuestro humor. De hecho, los expertos ahora lo pueden ver como uno de los máximos responsables en un amplio rango de problemas digestivos, donde se incluye el síndrome del intestino irritable, la indigestión y ña acidez
Las personas con problemas digestivos suelen burlarse de la idea de que el estrés podría ser la raíz de todos sus problemas. Para ellos, suena como «culpabilizar a la víctima».
Pero los expertos que estudian el vínculo entre el estrés y la digestión no están buscando personas a las que culpar. En vez de eso, tratan de encontrar explicaciones científicos para las enfermedades más comunes de la vida. Comprendiendo cómo el estrés afecta a nuestros cuerpos, se abren nuevas avenidas para la prevención y el tratamiento de muchas condiciones.
¿Cómo se relacionan los problemas digestivos con el estrés?
Todos hablamos de «sensaciones en el estómago», pero solo unos pocos pueden apreciar las sólidas conexiones entre el cerebro y el sistema digestivo. El estómago y los intestinos realmente tienen más células nerviosas que la médula espinal, llevando a algunos ejemplos a llamar al estómago el «mini cerebro». Una autopista de nerviosa llevados directamente del cerebro real al sistema digestivo, y mensajes que fluyen en dos direcciones. Considera lo siguiente: el 95 % de la serotonina de tu cuerpo (una hormona que ayuda a controlar el humor) se encuentra en el sistema digestivo, y no en el cerebro.
Hay sonadas razones de por qué nuestro sistema digestivo debería prestar una gran atención a nuestro cerebro. En momentos de estrés, nuestros cuerpos están diseñados para centrarse en las cosas que nos ayuden a aliviarnos. Cuando nuestros ancestros tenían que pelear contra las hienas o huir de los osos hacia las cuevas, ellos no querían malgastar ninguna energía en cosas menos importantes como en una adecuada digestión.
Cuando el cerebro se siente gravemente estresado, se desata una cascada de hormonas que pueden poner a todo el sistema digestivo del revés. Las hormonas tienen diferentes y, en ocasiones, contradictorios trabajos. Por ejemplo, la hormona hormona CRH (abreviatura de hormona liberadora de hormona corticotropina) es una de las alarmas principales del cuerpo. En situaciones de máximo estrés, el cerebro bombea CRH para decirle a la glándula suprarrenal que comience a producir esteroides y adrenalina, sustancias químicas que pueden proporcionarle la fuerza y la energía para correr o luchar para salir de los problemas.
La CRH también reduce el apetito, que explica por qué alguna gente no puede comer cuando se siente estrellada. Al mismo tiempo, los esteroides activados por el CRH pueden hacer sentir hambre a una persona, por lo que alguna gente combate el estrés con helado, chocolate o patatas fritas.
Claramente, diferentes personas tienen diferentes respuestas al estrés, y no hay una forma de asegurar cómo una situación específica afectaría a la digestión. Pero existen algunas reglas de oro generales. En el corto plazo, el estrés puede causar dolores de estómago, nauseas y diarrea. En el largo plazo, el estrés prolongado puede agravar enfermedades crónicas, como el síndrome del intestino irritable y la acidez.
¿Cuáles son los problemas digestivos más frecuentes relacionados con el estrés?
El estrés es especialmente problemático para personas que tienen problemas digestivos sin una clara causa física, lo que se conoce como «trastornos gastrointestinales funcionales» en términos médicos. En esos casos, cada parte del sistema aparenta estar sano y normal, pero aún así no funcionan como deberían. Esos trastornos son extremadamente sensibles al estrés. También son extremadamente comunes.
Un ejemplo clásico de un trastorno gastrointestinal funcional es el síndrome del intestino irritable, un mal tan común como complejo que se suele caracterizar por los calambres dolorosos, la hinchazón y el estreñimiento que se alternan con la diarrea.
Nadie sabe cómo se inicia el síndrome del intestino irritable, pero no hay duda de que el estrés puede empeorar los síntomas. El estrés puede contraer el colón impulsando el dolor estomacal. No está completamente claro por qué la gente con el síndrome del intestino irritable a veces se resfría. Una posibilidad es que el estrés ocasionalmente puede hacer contracciones descoordinadas e impredecibles. El estrés también puede hacer que la mente sea más consciente de las sensaciones en el colón, y desde que la gente con el síndrome del intestino irritable puede sentir más incomodidad debido a la sensibilidad adicional de los receptores del dolor en el tracto gastrointestinal, incluso las contracciones normales pueden ser realmente desagradables.
El síndrome del intestino irritable puede puede aparecer por molestias cotidianas, sobre todo por aquellas que hacen que una persona se sienta tensa, enfadada o abrumada. Al igual que otras afecciones crónicas, se es aún más sensible al estrés que proviene de los cambios importantes en la vida, como la muerte de un familiar o la pérdida de un empleo.
Estas son algunas otras afecciones digestivas que puede verse agravadas por el estrés:
- Indigestión. El estómago ruge, duele o arde. Frecuentes sensaciones de hinchazón o naúseas, junto con vómitos y eructos. Todos estos pueden ser signos de una ulcera, aunque hay millones de personas sin úlceras que también tienen estos síntomas. Los expertos conocen esto como «dispepsia funcional», comunmente llamada indigestión. La indigestión es el segundo trastorno de gastrointestinal más común, después del síndrome del intestino irritable. La buena noticia es que suelen desvanecerse cuando la persona consigue relajarse.
- Acidez. Hay muchas causas probables de la acidez, desde la sobreproducción de ácidos estomacales hasta el abuso de pizza. Cualquiera que sea la causa, el estrés puede hacer la acidez peor.
- Úlceras. Generaciones del pasado pensaban que las úlceras eran un signo del estrés, y no la verdad que no estaban lejos de la realidad. Se sabe que la mayoría de las úlceras son causa de una infección bacteria. Algunos investigadores sospechan que el estrés puede ayudar a que la infección se asiente, tal vez alterando el delicado equilibrio del estómago de ácido clorhídrico y las secreciones protectoras, haciéndolo más vulnerable a las úlceras.
- Colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn. Estos trastornos, también conocidos como enfermedad del intestino inflamatorio, no están causados por el estrés. Pero una vez aparecen, un poco de estrés puede empeorar los síntomas.
Cómo liberar estrés para beneficiar al sistema digestivo
Si tu sistema digestivo no funciona adecuadamente, no sufras en silencio. Discute los sñintomas con tu médico para que pueda prescribirte un tratamiento cuanto antes. También te ayudará a encontrar otras enfermedades subyacentes que puedan explicar los síntomas.
Si tu médico no puede encontrar una explicación física para tus dificultades digestivos, pueden necesitar calmar tu mente antes de que puedas calmar tu estómago. Pregúntale a tu médico si serías un buen candidato para una terapia cognitivo-conductual, la terapia interpersonales, terapia de relajación o cualquier otra forma de asesoramiento. Puedes hacer tu parte para combatir el estrés comiendo bien, haciendo ejercicio habitual, y durmiendo correctamente.