“Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas”. – Miguel de Cervantes.
El Santo Rosario de la Virgen María es una oración apreciada por numerosos Santos y fomentada por el Magisterio.
Dentro de su sencillez y profundidad, sigue siendo también, en este tercer Milenio apenas iniciado, una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad. Este sacramental nos ayuda en la oración, es poderosa herramienta entregada por la Virgen María, es recomendado por los Papas y rezado por innumerables santos.
Está formado por materiales evangélicos de primera calidad: la selección de los misterios, ordenados en cuatro grupos, gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos, que son pasos decisivos de Jesús y de María que nos llevan de la Anunciación y Encarnación hasta la venida del Espíritu y la coronación de la Virgen; la oración que Jesús nos enseñó para dirigirnos al Padre, y la que la tradición de la Iglesia ha elaborado para saludar a María.
El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, el mismo corresponde a las leyes de gobierno del mundo, de ordenamiento del mundo y de perfeccionamiento del mundo, y a la condición sensible de nuestra naturaleza humana.
Dios infinitamente bondadoso creó en María un ser al que otorgó, en forma pródiga, sus propias cualidades. Por eso, Él quiere y desea que nos sirvamos de María como de un lazo santo, vinculándonos íntimamente a ella para ser así llevados con ella hacia lo alto, hacia su corazón.
En sabiduría y respeto por sus criaturas, Dios gobierna el mundo a través de causas segundas. Él tiene a bien hacer partícipes a las cosas y a las personas humanas de sus propiedades, derechos y poderes, y quiere que nosotros entreguemos a esas cosas y personas el amor y el apego que le corresponden a Él.
Por esto el Santo Rosario es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio.
Es una de las oraciones más bonitas, poderosas y sagradas, ya que es una devoción a Dios a través de la devoción a la Virgen María.
Se encuentra en las escrituras centrado en Cristo y los veinte Misterios reflejados en su vida y ofrece esperanza cuando la vida parece insoportable. En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal.
Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor.
Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor.
Aprende a rezar el Santo Rosario paso a paso
Es importante recordar que el rosario es una forma de devoción con una historia larga y rica, por eso debe tratársele con respeto. Si se usa correctamente, el rosario será una excelente herramienta de meditación y oración, y permitirá que uno pueda alabar a Dios reflexionando en los eventos de la vida de Jesús y de María.
Paso 1. Hacer la señal de la santa cruz sujetando un crucifijo
El rosario se dice mientras la persona se desplaza lentamente caminando y se detiene en cada una de las oraciones. Normalmente, si se dice todo el rosario y no solo una sección, la persona tiene que empezar con el crucifijo de la parte inferior. Para hacer la Señal de la Cruz, tócate la frente con la mano derecha, luego el corazón, tu hombro izquierdo y luego el derecho. Cuando hagas la Señal de la Cruz ve diciendo “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén”. También puedes decirlo en latín: “In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amén”.
Paso 2. Di el Credo de los Apóstoles
“Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén”.
Paso 3. Pasa al Padre Nuestro
“Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén”.
Paso 4. En las tres cuentas siguientes, reza un Ave María
Estas tres oraciones deben hacerse con la intención de aumentar la fe, esperanza y el amor.
“Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.
Paso 5. Entre las tres cuentas del avemaría y la siguiente di un Gloria al Padre
“Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén”.
Paso 6. A continuación anuncia el Misterio
La orden tradicional es meditar en los misterios Gozosos los lunes, los Dolorosos los martes, los Gloriosos los miércoles, el mismo patrón de jueves a sábado y los domingos los Gloriosos otra vez. Otra opción que ha propuesto el Papa es para los que rezan cinco décadas al día:
- Lunes – Gozosos
- Martes – Dolorosos
- Miércoles – Gloriosos
- Jueves – Luminosos
- Viernes – Dolorosos
- Sábados – Gozosos
- Domingos – Gloriosos.
Paso 7. Pasa a la siguiente cuenta y di un padrenuestro
Esta cuenta, que generalmente es grande, marca el inicio de la primera “década” del rosario.
El rosario está dividido en cinco décadas, cada una compuesta por diez avemarías y separadas entre sí por un padrenuestro.
Paso 8. Vuelve al Ave María
En cada una de las diez cuentas siguientes, reza un Ave María; es decir, un Ave María por cada cuenta.
Paso 9. Reza un Gloria al Padre
Antes de seguir con la cuenta di un Gloria al Padre, después de eso puedes elegir rezar una Oración de Fátima.
La oración de Fátima es “Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia. Amén”.
Paso 10. La siguiente década
Pasa a la siguiente década, anunciando el Segundo Misterio.
De nuevo, tendrás que recitar el misterio correspondiente al día. Continúa con un padrenuestro.
Ahora pues, sigue con las cuentas del rosario, siguiendo el modelo de la primera década para las siguientes: un padrenuestro para la primera cuenta, seguido de un avemaría para las siguientes diez, seguido de un Gloria.
Paso 11. Cuando hayas llegado al centro del medallón di un Salve Regina
El Salve Regina es un himno que exalta a la santa virgen María, muy parecido al avemaría.
“Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. A ti clamamos, los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María, Amén”.
Paso 12. Pasa a la tercera década
Anuncia el tercer misterio. De nuevo, tendrás que recitar el misterio correspondiente al día.
Continúa con el Padre Nuestro y las siguientes diez Aves Marías. Finaliza con Gloria al Padre.
Paso 13. Cuarta década
Anuncia el cuarto misterio de acuerdo al día que corresponde. Sigue con el Padre Nuestro, las diez Ave Marías finalizando con Gloria al Padre y la Oración de Fátima.
Paso 14. Quinta y última década
Al igual que las décadas anteriores, comienza con el quinto Misterio.
A continuación di el último Padre Nuestro, dejando que las palabras resuenen en ti y siente su significado. Recita los últimos diez Aves Marías. Cierra la última década con un Gloria al Padre y otra Oración de Fátima más.
Paso 15. Último Salve
Para cerrar y concluir el rezo, pronuncia el último Salve. Recuerda terminar con la Señal de la Cruz. Levanta la cabeza, siéntete aliviado y continúa con tu día, devoto y contemplativo.
Recuerda que el rosario es una ayuda para tener una comunión más fuerte con Dios.
Se trata de un mecanismo espiritual muy poderoso en contra de las fuerzas del mal. Muchas veces, la gente mira fotos o estatuas mientras reza, porque la usan para centrarse en la realidad que sabe que representa la imagen.
Repite las palabras y las oraciones lentamente. Piensa en lo que dices, no solo repitas por repetir, sino que debes intentar adquirir el significado intrínseco de cada letra.